22 de enero de 2005

Catálogo de horrores: el cyber

10 AM. Un señor canoso, de bigote, panza y voz chillona entra al cyber, se para en el medio y comienza a recorrer el local con la vista.
— Joven, ¿tendrá alguna máquina lejos de todo, donde haya privacidad y pueda ver cosas sin chicos cerca?
— La 21, es la que está en el rincón.
— Ah, muy bien. Y dígame, ¿se puede regular el brillo y el contraste del monitor? Porque yo tengo una visión muy sensible.
— Erhm, si, supongo que puede.
— Ese monitor tiene mucho brillo —acercándose peligrosamente a la pc server.
— Bueno, a mi me-
— Y es un Samsung. ¿No tiene ningún botón para regularlo? —dice casi abalanzándoseme encima, con poco respeto por mi pequeña burbuja de espacio personal—. Yo cuido mucho los ojos. Mi madre a los 65 años ya estaba ciega, y mi prima había perdido gran parte de la visión.
— Bueno, yo antes de entrar a trabajar acá no usaba anteo-
— Vea, ese, el de la 4 —señala a la pantalla de la máquina donde hasta recién estaba jugando al Lineage. Anaxágoras recupera su maná sentado en una oscura colina pastosa.
— Si, el chico que estaba ahí se preocupa mucho por los ojos, a diferencia de mí. Bueno, ya le abrí la 21.
— Bueno, gracias.
Se sienta en su pc y naturalmente se pone a ver pornografía.
Trabajar en un cyber no es tan bueno como muchos creen que es. Ok, se que peor sería hombrear bolsas en el puerto, pero ese no es el caso, a mi me encanta quejarme por boludeces. Atender un cyber no te pide esfuerzo, atención o capacidad, pero sí exige una sobredosis de tolerancia.
Más allá de tener que pasar seis horas frente a una pc, hacer la misma aburrida rutina todos los días o tener que reprogramar todas las máquinas cada vez que sale un nuevo match del Mú, el trabajo es abrumador por otro factor, el factor humano (léase “los boludos”).
Cruzarse con un boludo es molesto. Tener que verle la cara todos los días es un suplicio. Tener que tratarlo como si realmente lo respetases solo porque es tu cliente puede ser tu ruina. Los boludos son una maldición que plagan todos los aspectos de nuestra vida. Son tus compañeros de oficina, tus vecinos de departamento, los amigos de tus amigos, tus clientes de cyber… Veamos una breve recolección de estos entes, ya!:
Pendejitos de secundaria (golondrinas):
Estos son irritantes solo cuando vienen en enjambre, o sea siempre. Todos los días a las 12 y 17 hrs los veía venir y tenía una visión. Me imaginaba como una madre ave llegando al nido y encontrándose a sus 78 crías chillando, amontonándose con el pico abierto de par en par, esperando cada uno ser el afortunado que recibirá primero mis lombrices vomitadas. Eso pasémoslo al campo humano. Ahora estoy yo tras la barra y veo venir una horda rampante de teens. Aterrizan a escasos centímetros míos y sacuden su dinero frente a mis ojos. Decenas de voces agudas violan mis oídos. Mis sentidos se saturan y con la onda que no tengo digo “de a uno, por favor”.
Cargarán cifras imposibles. Pedirán 65 centavos para ellos, 30 para el amigo, 1.95 para otro. Tendré que crear dos cuentas y borrarle la contraseña a otras tantas ya que sus dueños se olvidaron la que pusieron ayer cuando me pidieron que se las borre. Pedirán máquina a los gritos y se pelearán por agarrar las que están disponibles. Una vez adentro, jugarán “conter” o Diablo 2. O peor aún, me pedirán que le pase los savegame. Le pasaré sus saves a cada uno. Ellos jugarán media hora y luego emigrarán en bandada, nuevamente a la escuela, no sin antes pedirme que le guarde los saves, ya que en el Diablo 2 agarraron 1 (uno) de oro y ganaron 10 puntos de experiencia.
Kabezas (canarios):
¿Qué puedo decir de los kabezas que no me convierta en un blanco móvil? Bueno, de más está describir a estas maravillosas criaturas; a esta altura todos los conocen.
Ellos vienen en grupos de seis, todos vestidos con colores brillantes y el pelo mal teñido de amarillo (no rubio, amarillo). En un dialecto no muy diferente al guaraní pedirán que les fíe y me jurarán por la vieja que me los pagarán mañana. Luego pedirán que les pase sus fotos. Sí, se sacan fotos y se las guardamos en el server… Dios. Ya en la pc se dedicarán a crearse otro MSN (se crean uno al día vaya uno a saber por qué). Luego jugarán al conter y gritarán, gritarán mucho. Insultos y profanidades surcarán el cielo raso. Los once temas de cumbia con repeat que escuchan en los auriculares de alguna manera suenan más fuerte que la música que paso por los parlantes. Puedo escuchar el tss tsstsstss tsstsstss de la cumbia villera del de la máquina más lejana como si lo tuviera al lado.
Cuando gasten el crédito se quedarán rondando las inmediaciones, siempre atentos a alguna pelea en la que puedan participar. También es posible que vengan kabezas de una tribu rival y comiencen a patotearse dentro de mi negocio.
Hace no mucho la tribu que habitaba nuestro cyber fue desterrada. Sabés como es, te metés con uno y te metés con todos. Tanto mejor si no vienen más; traían ganancias negativas los desgraciados. Es bueno, sin embargo, ver que algunos de estos especimenes lograron progresar. El otro día me llamó el líder de la tribu para ofrecerme una impresora que se había encontrado. Que suerte tienen algunos che.
Chetos low budget (cotorras):
¿Dónde va un cheto pobre a alardear sobre las dos pendejas que se apretó anoche en Ku? Al cyber, obvio. El cyber es el punto de encuentro de los idiotas, el centro neurálgico de los imbéciles.
Los chetos low budget (o “chetos wannabe”) son chicos que, siendo poco agraciados por la fortuna o la Madre Naturaleza, harán todo lo posible para camuflar su verdadera forma y aparentar lo que jamás podrán ser. Contarán falsas anécdotas sexuales, convertirán en aventuras los más banales sucesos y, por sobre todas las cosas, tratarán de engañar a la webcam.
Estos individuos no se manejan en grupo ya que consideran a los demás chetos low budget como rivales. Vienen vestidos con ropa de marca (o que pretende ser de marca), anteojos sin aumento, falsos piercings y accesorios varios. Cuanto más oculten su cara, mejor. Abrirán sus tres MSNs con 150 contactos cada uno. Pedirán que les pase su carpeta, la cual está llena de fotos de chicas que dicen haberse transado (aunque las mismas fotos puedan encontrarse en
www.fotosdechicas.com). Ante el menor descuido del macho rival de la máquina de al lado, el cheto low budget le robará todos sus contactos femeninos en un único movimiento conocido como “contact leeching”. Luego se pondrán a escuchar punchi punchi de DJ Tiesto y acomodarán la webcam en el ángulo EXACTO. Cada 15 mins irán al baño a acicalarse frente al espejo, lapso en el cual otros chetos low budget practicarán sus variantes de contact leeching.
Ocasionalmente aparecerá algún pibe con intensiones de cagar a trompadas al cheto low budget por haberle leecheado los contactos (recordemos que para estos indivduos el MSN ocupa un lugar importante en su vida ya que es su principal forma de comunicación). Ante esto, el cheto low budget demostrará que no es un frágil y amanerado cheto puro, y lejos de caer en combate en un charco de su propia orina, peleará con fiereza, honrado sus raíces humildes porque aunque no lo parezca él se crío en la calle.
Pendeja más fácil que la tabla del 1 que todos se aprietan (puta):
Que hasta yo me apreté. Cuando hay hambre no hay pan duro.
Gordo pro (desperdicio de ADN):
Este es el grupo más triste. Los ves desde la mañana hasta la noche, todos los días. Son la antítesis del carpe diem; no hacen nada productivo, solo juegan. Pero son grosos. Tantas horas invertidas en el mismo juego los vuelve pro e invierten una porción de su tiempo dando recomendaciones a otros gamers.
Podría afirmar que el nivel de “grosura gamer” es directamente proporcional al nivel de “mi vida es un homenaje a la improductividad y no valgo mi peso en mierda”. En lo relativo a vestimenta, bueno, siempre visten lo mismo. No se bañan y apestan todo el lugar, pero nadie les dice y parecen no darse cuenta, de la misma manera que no se dan cuenta que se les extravió la vida.
No escuchan música; solo el videojuego y su propia voz diciendo “soy re groso, saco cinco mil” o “nooo, me desconectó el Server por pegar tan rápido”.
Todos los días invierten no menos de ocho pesos en proliferar su arte. Por supuesto que este es el grupo que más guita aporta a mi de por sí abultada cuenta suiza, así que hay que tratarlos bien. Al no poder hacerlo me limito a tratarlos con neutralidad. Mientras no se me acerquen. Caminan y dejan una estela putrefacta…
El ucraniano (zombie):
Lejos el personaje más intrigante. Envuelto en un halo de misterio y caracteres rusos raros se acercará y pedirá máquina. No le importará esperar una hora, de hecho, nada le importa. Se entretiene siguiendo con la vista a las partículas de polvo en el aire; así pasa el rato. Una vez en la pc se pondrá a enviarle mensajes a sus líderes terroristas en los montes Urales. Se quedará así por un par de horas, sin hablar o parpadear. Eventualmente se acercará y balbuceará algo de imprimir no se que cosa. No lo entiendo. Nadie lo entiende. Creo que es una especie de santo o profeta o algo, y me parece que uno de estos días nos va a hacer cagar a todos cuando termine de coordinar la fecha para la “purificación” con las demás células alrededor del mundo. Le deseo suerte porque en el fondo no es mal tipo.
Personas que no saben un carajo (n00bs):
El grupo más heterogéneo. Básicamente consta de niños, adultos, viejos y villeros. Son los que te llaman cada cinco minutos para hacer una boludés que cualquier persona con más neuronas que dedos podría hacer. Si es un pibe te llama para que le pongas el juego, para que le pases el juego o para que le cierres el juego. Si es un adulto tiene problemas con Hotmail o se le minimizó la ventana y no sabe como restaurarla. Si es un viejo/a te pregunta como hace para enviarle un mail al hijo que está en España. También están los que no saben hacer el currículum (quieren conseguir trabajo y no saben usar el Word), los que no saben abrir un archivo, los que no pueden entrar al diskette porque palmó y te dicen “no puede ser, lo compré hace dos meses y hoy en mi casa andaba" cuando el pobre floppy suena como si tuviera un baby alien adentro.
Los viejos son los peores. Piensan que como pagaron un peso tienen derecho divino sobre vos, y que vos tenés la obligación de solucionarle los problemas, darles un curso de computación, tratarlos con amor y sonreír siempre.
El caso es que dejé de sonreir hace un rato largo. El trabajo no es duro ni difícil, pero como ya dije, tenés que tener un umbral de tolerancia muy alto, cosa que yo no tengo. Estamos hablando de lo peor de lo peor. Esta es la trastienda, la cocina, la fábrica. ¿Viste esos boludos que te cruzas en un chat, un foro, en el MSN, en un juego online? ¿Esos huevones que decís “si me los cruzo en la calle les pego por ser tan boludos”? Bueno, esa gente que vos te bancás online yo me los tengo que bancar en vivo y en directo, en masa, todos los días. ESA es la parte jodida del trabajo. Y es por eso que creo que soy un héroe.
En un intento por mantener la paz en mi lugar de trabajo he ubicado estratégicamente cartelitos con recomendaciones varias. Aquí los transcribo:
Decálogo del Operador:

01. Don’t fuck with the Operador.
02. Don’t fuck with the Operator!
03. El Operador puede no estar interesado en saludarlo con un apretón de manos.
04. El Operador puede demorarse más de “YA!” en copiar archivos de una PC a otra.
05. Está prohibido ubicarse detrás de la barra, SEA QUIEN SEA.
06. Está prohibido fumar fuera del área de fumadores. El Operador tiene pulmones sensibles.
07. El Operador solo puede cumplir con un pedido a la vez. No se amontonen como pollitos.
08. El Operador suele tener pesadillas relacionadas al cyber y a vos en particular.
09. El Operador, lejos de ser Dios, es un hombre con miedos e inseguridades, y es por eso que jamás va a pasar un puto tema de cumbia, sin importar cuantos sean los que lo pidan.
10. El problema del cliente es problema del Operador. En caso de cagarse a trompadas, favor de hacerlo de la puerta para afuera.

“La vida es una barca” dijo Calderón de la Mierda. Tener que escribir un update con pequeños ojitos negros sobre tus hombros es irritante. Tener que responder las preguntas más boludas una y otra vez es desgastador. Tener que dejar de leer tu libro cada treinta segundos para pasar archivos, cargar tiempo o responder boludeces es muy estresante. Admito que he llegado a despreciar secretamente a gran parte de mis clientes. Sin embargo a veces me bajo de mi grosura innata y pienso “chaaa que lindo debe ser que la única preocupación en tu vida sea un jueguito. Es una felicidad accesible”. Tengo ese pensamiento cuando mi autoestima está muy baja.
Pero al menos me queda el miserable consuelo de ver un gordo pro gritando orgulloso “mirá, soy re groso, estoy level 542 y ya tengo alitas” como si de eso se tratase toda su vida. Entonces cito al sabio Cliff Yablonski y digo en voz alta “GET THE POWER UP AND WIN THE GAME!!!”. A veces ayuda.
Carpe diem baby.

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