Saludos amados y escasos lectores. El otro día cuando volvía de la facultad me acordé que tenía un blog y no se actualizaba solo. Atacado por un irracional y flamigero sentimiento de culpa -que me llevó a cortajearme la piel de los brazos ahí mismo en el bondi- decidí que tenía que escribir sobre algo. El problema es que estoy atravesando una fase de sequía de ideas... Miré a mi alrededor buscando algo sobre lo que hablar y tres palabras se materializaron en mi cerebro: "el colectivo, boludo!".
Si si, somos muchos los scrubs que no nos queda otra que depender del transporte público para llegar del punto A al B, y, ocasionalmente, el C. El D muy de vez en cuando y el E una vez en la vida, como mucho.
En el colectivo te das cuenta de los hábitos sociales de la gente. Comenzaré hablando por mi:
Me gusta viajar parado. Dependiendo la hora y la linea, el viaje puede ser el de un paseo en góndola como el de un samba con los engranajes rotos. En todo caso, es entretenido dejarse llevar por la inercia... Pero uno no elige viajar parado solo por cuestiones físicas; claro que no, la personalidad del individuo se ve reflejada en el asiento que escoge. Por ej, si me subo a un bondi lleno, con dos asientos vacíos (de los dobles, no de los individuales) es 100% seguro que viajaré parado. Es evidente que en las próximas paradas subirá más gente, y esa gente querrá su asiento. ¿Merezco más yo ese asiento que la pobre anciana que acaba de subirse? Si. Pero no lo merezco más que la hermosa niña de 18 añitos, quien cansada tras un día de ser hermosa, ruega por sentarse y reposar su cuerpito. Sabiendo eso, y en actitud preventiva, elijo no sentarme y que ocupe mi lugar alguien que crea necesitarlo más. Ya tendré tiempo y oportunidad de estar sentado, pero ¿cuantas veces en el día podré sentir la inercia en mi cuerpo cada vez que el 343 clava los frenos sin previo aviso?
El tema de los asientos dobles merece un análisis también, principalmente porque ahí es donde se perciben esos roces sociales... Hay algo que me da escalofríos: cuando el colectivo está lleno escepto por un único asiento de los dobles. El humano A, ingresando al colectivo, ve el lugar y lo ocupa sin prestarle mucha atención a su vecino, el humano B. Luego el transporte comienza a vaciarse, se liberan nuevos asientos, algunos incluso son los tentadores lugares individuales, donde tenés soledad por un lado y ventana por otro. Bien, aquí es donde sucede el acto de enorme crueldad. El humano A, al notar la abundancia de asientos desocupados, se levanta y va hacia uno de ellos. ¡Y hasta lo hace apurado, pretendiendo que su maldad pase desapercibida! Supremo acto de malicía abandonar al humano B quien tan neutralmente lo recibió. Es como si le estuviera diciendo "¡la única razón por la que me senté con vos era porque no me quedaba otra, pero ahora que tengo otros lugares vacíos, me voy, porque no te banco!".
Que triste... A mi una vez me pasó. Una señora abandonó el lugar al lado mío y se fue a un individual no muy lejos. Lo primero que hice fue olerme las axilas, a ver si olía mal o algo... El hombre quiere estar solo, no quiere relacionarse, porque parece que relación = problema. Triste...
Los super-asientos del final deben tambíen ser tenidos en cuenta. Tienen un único propósito: facilitar la joda cuando se sale el grupo. Reconozcamoslo, ¿quien de nosotros no ha dicho "juju vamo' pal fondo" cuando salía con amiguitos? Me ha pasado unas cuantas veces y... he tenido gratas experiencias en esos lugares. Claro está que a los que van adelante no les gusta esa clase de actitudes alegres, y de ahí que desde hace décadas exista una guerra secreta entre los asientos dobles e individuales de atrás y los asientos múltiples del fondo. Muchas bajas y heridos ha cobrado ya este conflicto.
La otra cara de la moneda es cuando en lugar de ser ocupados por grupos de amigos, los asientos del fondo son reclamados por el más heterogeneo grupo de desconocidos. Esta situación es por demás incomoda, ya que los tres que van en el medio no tienen otra frontera que otro humano. En los dobles es la ventanilla (alabada sea) o el vacío del pasillo central. Pero en los del fondo no, son otras personas, desconocidos, ¡y nos van a hacer daño! Empeorando esto se encuentra la inercia de las curvas, que empuja los cuerpos como esos jueguitos donde las bolitas pendiendo de un hilo se chocan entre sí y la primera mueve a la última, ¿ubican? ¿no? Bueh, no importa.
Algo así pero sin el chivo.
El colectivo ya no es lo que era. Antes eran Señores Colectivos. Ahora entrás y el boleto te lo da una máquina (¿remember esos hermosos boletos largos y coloridos que siempre eran capicúa?), los asientos están enfrentados unos a otros (¡Dios, que feo tener que verle la cara a todos los que van atrás! ¿A quien se le ocurrió esa barbaridad?); algunos colectivos parecen tener la mitad de asientos que uno normal... Encima están desordenados, hay filas de 1, de 2, de 3, de cero, es la joda. A veces hasta hay algun infontrans revoloteando por ahí. ¡Quiero viajar en colectivo para escapar de la realidad, no para saber que Lavagna se bajó los pantalones ante el Fondo! Ya ni siquiera se puede hacer una apoyadita tranquilo. ¡Es la joda esto! ¡¿A donde se fueron los valores?!
Culminemos esta payasada de update con un par de anécdotas:
Recuerdo una vez que volvía de la facultad, eran las 7 PM de un Viernes invernal. Llovía como si no hubiera un mañana. Me encanta la lluvia y mojarme bajo ella, así que salí sin paraguas y fui feliz danzando bajo sus amables gotitas, mis amigas [Doctor, aumenteme la dosis de Ritadil por favor]. Pero aunque para mi la lluvia huracanada sea linda, eso no significa que a todos les guste, mucho menos a los colectiveros. Este en particular parecía tener deleite en ir a los re-pedos. El bondi estaba lleno mal, yo iba parado cerca de la maquina de los boletos. Cuando llega a la parada donde bajo, el tipo, en vez de frenar, dobló la esquina como venía. Noche + mucha lluvia + venir embalado todo el viaje y doblar una esquina de manera tal que si estuviera jugando al Need for Speed le hubieran dado 9000 puntos de estilo = nada bueno. Porque fue en ese momento que un peatón cruzó sin prestar atención, obstruyendo su visión con su paraguas. El bondi le pegó con la parte derecha del parabrisas en la frente (cabe mencionar que era uno de esos colectivos nuevos que no tienen trompa). Se escuchó un "TUMP" y el colectivo frenó. "Nuuu -pensé-, lo hizo chota". Parece que el flaco no se rompió mucho porque con ayuda del colectivero se puso de pie... Yo, atento a la situación, hice gala de toda mi conciencia cívica y solidaria, y agarré la puerta y me fui al carajo, total, era mi parada después de todo.
Busqué "343" y me apareció esto. Grande Google!
Otra que recuerdo es un mal rato que pasé debido, precisamente, a mi solidaridad. Siempre que voy a la facultad salgo con tres monedas de un peso y algunos billetes encima. Bueno, ese día por alguna extraña razón del destino no había llevado más plata que las tres monedas. Gasté una en la ida (1 peso de viaje) y me quedaban dos para la vuelta. En una de las clases aparece un flaco que necesitaba juntar tanta guita para comprar unos remedios de no se qué. Confiado le cedo mi segunda moneda de $1. Me dije a mi mismo "Como he hecho una buena acción, seguramente Dios hará que me pasen cosas buenas", y al toque el cielo se empezó a cubrir con nubes negras, no se por qué. El final es predecible. Salgo a las 7.30 PM, llego a la parada, subo al bondi, la moneda no pasa. Try again: nada. Try again damnit!: siguió de largo la turra. Miro atrás mío y hay una cola de 8 personas ma o meno. Le planteo al bondi driver mi desesperada situación, a lo que responde "si no tenés otra te tenés que bajar". Los segundos pasaban. Le pregunto a una chica que está detrás mío si no me cambiaría la moneda. "No tengo nada" responde. Y no me quedó otra que aceptar mi derrota y bajarme del vehiculo... "Esto me pasa por ser bueno" pensaba. En fin, lo único que pude hacer (ya que por entonces carecía de celular) fue caminarme las 7 cuadras largas que me separan del Unicenter, comprarme un (1) chicle con un (1) peso -a lo que la vieja que atendía me miró con mala cara- y tomarme el 71 por 75 centavos. Llegué a casa tarde y de mal humor... Pero contrariamente a lo que se pueda presuponer, no me volví avaro desde ese día. Al contrario. Ahora si a alguien no le pasa la moneda o le falta una para completar, yo le ofrezco una de las mías. Es mi manera de decir "Nadie templará un espíritu entre fragua y martillo", o "Te kabe destino puto!!!".
Así que la próxima vez que viajen en bondi, en lugar de ver por la ventanilla como casí le arrancan el espejo al remisero, o mirarle el escote a la rubia de adelante, traten de observar esos pequeños fenómenos sociológicos que tienen lugar en tan inhospito vehiculo. Y cuando se den cuenta de como es la naturaleza humana, hagan como yo y ahorren para un chaleco de granadas. ¡La mejor muerte es la que deja un cráter! ¡Y viva Perón carajo!
Btw, doctor, lo de la medicación era en serio.
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