El día está lindo. Hay sol. Los
pájaros cantan. Quisiera tirarme por la ventana y terminar con todo de una vez.
Aunque andá a saber después dónde aparezco…
Pero que no decaiga, che. Pensá
en positivo. Si estás donde creés estar, inevitablemente vas a terminar
enganchado con alguna supermodelo. ¿No es lo que siempre quisiste? No importa
lo que hagas o lo que digas, de una forma u otra vas a salir ganando.
Seh… Habría que ver qué
entendemos por “salir ganando”. Decantar ante una supermodelo al azar, mantener
todo tipo de relaciones sexuales promiscuas con ella y terminar reconociéndola
como la mujer de mi vida al final del año escolar. Se casaron, tuvieron hijos,
vivieron felices para siempre. The end.
Si está predestinado, ¿dónde
queda la posibilidad de elegir? Mas aun: ¿dónde queda la libertad de
experimentar, de equivocarse, de aprender? Todo desaparece ante la certeza de
un orden preestablecido. Y uno se ve a sí mismo recompensado por el destino sin
haber hecho ningún mérito para demandar premio alguno. Ah, ¿sos un adolescente
recluido de sexualidad aberrante y sin metas en la vida? ¡Tomá una supermodelo!
Es un poco deprimente si lo
pensás…
Setsuma:
“¡Kadogawa! ¿Otra vez está
distraído en clase?”
No pienses, entonces. Nadie te
pide que pienses
Setsuma:
“¡Kadogawa!”
¿Por qué grita tanto esta mina?
¿Y quién carajo es Kadogawa?
Levanto la mirada del pupitre.
Veo a la profesora Setsuma Miyazaki de pie frente a mi banco, sus ojos furiosos
clavados en mí. Una furia aguamarina, una furia recta, justa, prismática. Una
furia contenida y reprimida bajo la base de su maquillaje, bajo generaciones de
emociones reprimidas a lo largo de una vida corta. Y qué tetas que tiene.
Shitaro:
“¿Me habla a mí?”
Setsuma:
“¿Hay algún otro Shitaro
Kadogawa?”
Shitaro:
“En lo que a mí respecta, podría
haber cincuenta solo en este salón.”
Mis compañeros de curso (todos
varones) comienzan a vociferar en mi contra. Sincronizados por una especie de
mente-colmena, me manifiestan su odio de la forma más certera posible
Shitaro:
“¡Pero si es verdad! ¡Son todos
personajes de relleno! Todos el mismo corte de pelo, todos la misma paleta de
colores. Siempre mirando al suelo, con esos ojos muertos y esas caras de nada.
Y solamente hablan para conspirar en mi contra. ¡No crean que no los escucho!”
Setsuma:
“¡Kadogawa! ¡Suficiente!
Esperarás fuera del salón hasta que termine la clase. Y cuando todos se vayan,
quiero tener una charla contigo.”
En silencio levanto mis cosas y
emprendo la retirada. Me detengo en el umbral de la puerta, doy media vuelta y
haciendo un paneo general de la concurrencia me quedo con la última palabra.
Shitaro:
“Encima todos de marinerito…
Degenerados de mierda.”
Por ahí no fue la elección más
inteligente. Mis compañeros clonados se levantan al unísono y me persiguen por
toda la escuela hasta acorralarme en el baño de caballeros, donde proceden a darme
una paliza perfectamente ordenada por tratarse de cuarenta y nueve personas. Ni
uno solo se queda sin hacer su aporte. Se ve que venían organizándola hacía mucho.
Recupero la conciencia. Ya es la
hora. Me acicalo un poco y vuelvo al salón de clase. La profesora Setsuma me
está esperando.
Setsuma:
“Kadogawa-kun… ¿Puedo llamarte
Shitaro?”
Shitaro:
“Puede llamarme Shit.”
Setsuma:
“¿Estás bien? ¿Te han lastimado?”
Shitaro:
“No. Apenas estoy dolorido. Tengo
que reconocer que en este lugar son muy eficientes a la hora de administrar
violencia.”
Setsuma:
“Por algo somos la mejor escuela
de todo Shibuya.”
Shitaro:
“Ya lo veo. Cuando me azotaron
las plantas de los pies con periódicos enrollados; esos detalles hacen la
diferencia.”
El rostro de la profesora Setsuma
refleja preocupación y tristeza.
Setsuma:
“¿Qué te está pasando, Shitaro?
¿Quieres contarme?”
Shitaro:
“Así, a grosso modo: me siento
como dos personas viviendo una misma única vida. Una parte de mi interpreta esa
vida como natural y consecuente y por lo tanto la acepta. La otra parte la
rechaza, considerándola ridícula, perversa e indulgente. Y en el medio de esa
disonancia cognitiva de la hostia, padezco una ansiedad constante debida a la
insatisfacción crónica de mis apetitos esenciales y mi inhabilidad para
conectarme con mi entorno.”
Setsuma:
“. . .”
Shitaro:
“Necesito coger, profesora.”
Setsuma:
“¡Shi- Shitaro!”
No advierto los colores de su
rostro migrando de blanco a rojo. Prosigo.
Shitaro:
“Eso es lo que me tiene a mal
traer. Y todas las candidatas a recibir una inspección sanitaria son
supermodelos adolescentes vírgenes que no quieren saber nada conmigo. Pero
usted… Usted me entiende. Es una adulta responsable… ¿Podría… quizás… darme una
manito?”
¡PAF!
Yo también se la dejo picando…
2 comentarios:
te sigo desde LIA y no quiero pecar de adulador, pero esto tiene que ser manga.
Hace unos días, vía email, le hice la oferta a Masakazu Katsura. Me respondió enviándome una foto de su pene y mandándome a la puta que me parió. Re mala onda.
Publicar un comentario