20 de mayo de 2005

Dormidas

Sup sup everybody. Más por culpa que por inspiración súbita comienzo este update, aunque he de reconocer que el hecho de que una fanática del Lineage me haya agregado al MSN y me esté dando una extensa y detallada explicación de por qué un Bishop es mejor que un Prophet despierta en mí una chispa de maldad.


Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
[irreproducible “giño” diciendo Hola en letras de neón]
Є.Δ.С. (Undying) dice:
buenas
Є.Δ.С. (Undying) dice:
lindo hola fluorecente. desearia no ser daltonico para apreciarlo mejor
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
jajajajaja
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
soy alejandra nyadiel humana bishop lvl 43
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
vos?
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
[irreproducible "guiño" de un smilie retorciendose de risa]
Є.Δ.С. (Undying) dice:
hola alejandra nyadiel humana bishop lvl 43. yo soy Rodrigo


Arriesgándome a que salga a la luz la triste realidad de que no tengo vida admito que estos días fueron absolutamente estáticos. Lo más emocionante que me pasó fue cruzarme con Silvio Soldán en el Unicenter.
Los parciales tienen ese efecto anestésico. Estudiar como un condenado por dos semanas para rendir un examen de una hora. Cinco preguntas se convertirán en tus jueces y te sentenciarán al éxito o al fracaso. En mi opinión, es una mierda. Leí, resumí y estudié el librote de Economía por semanas. Llegó el examen y encontré las famosas cinco preguntas, cada una con cinco apartados… Cuando alguien preguntó cuanto tiempo faltaba para entregar yo esperaba que la profesora respondiera “cuarenta minutos, y vos, el flaquito de enfrente, si vos, ¿Rodrigo te llamabas? Vení, hablemos en privado un segundo… sabés, estoy buscando a alguien como vos. ¿Cómo te ves actuando en una amateur?”Bueno, es probable que no dijese todo eso al pie de la letra, por ejemplo, no me sentaba al frente. Pero lo que definitivamente no esperaba es que dijera que quedaban tan solo quince minutos. Osea, what the fuck, me hacés estudiar dos semanas para un exámen de cuarenta minutos.
No tengo idea de qué estoy hablando, la lineagera del MSN me pide foto y me distrae… Ok, se acaba de desconectar. No creo que tenga nada que ver con la pic del desnudo frontal que le acabo de pasar. Es totalmente artístico y los herpes apenas se ven. Igual dijo que “enseguida vuelve”.
La pausa me permite pasar al tema principal del update, y que generoso estoy siendo con eso de tema principal y con eso de update. Les contaré hoy un par de anécdotas de mis “dormidas” con chicas. Y no hablo de encamarse, eso no lo veo ni en el I-sat. Hablo de esos momentos en que debí haber dicho o hecho algo para ganarme a una niña y, en vez de eso, consideré que sería mejor idea quedarme a babear en estado inerte.
Usaré un fragmento de charla como intro:


Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
nosotros los bishop tenemos el requiem
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
dormimos
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
y tenemos para paralizar
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
[irreproducible "guiño" de un smilie retorciendose de risa]
Є.Δ.С. (Undying) dice:
fui a Requiem una vez. lindo lugar, dejame decirte. lo mejor es que con el olor a porro que hay en los sillones no hace falta comprar droga. te sentás y ya estás flotando
Є.Δ.С. (Undying) dice:
las telarañas y vampiritos de cotillon colgando del techo tampoco ayudaron a generar esa ambientación "gotica"


El año pasado fui por primera y única vez al boliche formalmente conocido como “Réquiem”. Eran días pseudos-darkies de mi vida y por entonces estaba relacionándome con una chica de ese entorno. Habíamos quedado en vernos en ese antro a eso de la 1 AM. Yo había ido con mi primo de 27 años, quien desde que entró se ganó la “simpatía” de una muchacha hija de la noche, hermana de la oscuridad y amante de los alimentos ricos en grasas. El caso es que estuvo ocupado toda la noche mientras yo cumplía con mi inocente —por no decir boluda— convicción caballerosa de no tomar parte en nada hasta que llegase mi por entonces amada. Ni apareció. Pasé interminables horas de pared en pared, cabeceando al ritmo de Queen.
La aguja llegó a las 6 AM y me encontró desdichado, malhumorado, aturdido por el volumen saturante y parcialmente intoxicado por el único Speed que había tomado en la noche ya que soy un tremendo marica que no bebe alcohol. En una de esas pasan frente a mi dos chicas, darkies por supuesto, pero estas lindas. 17 años más o menos. Una en particular me gustó mucho. Era rubia, de pelo largo y piel pálida, de esas que les doy hasta ragnarok y después. Pasan frente a mi y la rubia alza la mano, acaricia mis labios con sus dedos y dice “pero que lindos labios que tenés”. Cabe mencionar que en su otra mano llevaba un vaso con cerveza. ¡Pero yo no había tomado nada, y tenía que actuar! Cargué mi mente con retruques ingeniosos, le saqué el seguro a mi boca, apunté a matar y me preparé para disparar la frase que cambiaría el rumbo de la amarga velada. “Si te gustan pueden ser tuyos esta noche” hubiera dicho si no fuera tan estúpido. En vez de eso dije “erhm… bueno… eh… te agradezco…”. Y tras eso siguió su rumbo a la pista de baile.
¡No se apure lector! No terminó ahí, mi boludes se prolonga más allá de los límites de la comprensión humana. De a poquito, como quien no quiere la cosa, me fui arrastrando a la pista. Allí estaba ella con su amiga. Me dispuse de tal manera que quedé a su lado. Cualquier ser humano —o mujer, que es casi un ser humano— en esa situación se le hubiera tirado con toda la furia, poniendo su destino en manos de Alá. Yo, en cambio, preferí esperar unos minutos a que advirtiera mi presencia.
Finalmente me vió. Cuchicheó algo con la amiga, luego se me acercó y preguntó algo como “¿vos eras el de recién?”. Otra vez me miró a los labios.
No recuerdo exactamente qué respondí, pero no se aleja del “erhm… creo que si…”.
La pequeña gotiquita hizo un gesto como de “y bueh…” y siguió bailando con su amiga y bebiendo su trago. No hubo tercer intento; a los pocos segundos vino a buscarme mi primo proponiéndome la pronta retirada antes de que la gorda se avive. De poco sirvió, pues la mujer estaba esperándonos en la esquina. Tuve que bancarme media hora de esperar en la calle a que mi primo termine de darle la charla técnica, pero esa es otra historia.
La lineagera sigue sin aparecer. Quizás se tomó a mal algún comentario mío en la charla.


Є.Δ.С. (Undying) dice:
es un personaje intrigante el bishop, por no decir aburrido. dedica su vida a representar la Iglesia y sus doctrinas ortodoxas
Є.Δ.С. (Undying) dice:
los profetas, en cambio, nos salimos un poco por la tangente. no nos va mucho eso de la "biblia" o las "leyes" o eso del "acoso sexual". somos almas libres
Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
tenemos poderes grsos
Є.Δ.С. (Undying) dice:
si, tienen uno que cura y otro que cura mas, y tambien otro que cura


Mis dormidas son demasiadas y de todos los tipos. Desde aquel día en mi preadolescencia en que dando vueltas de manzana alrededor de la plaza en un ciclomotor prestado le negué el “¿me llevás?” a una chica, hasta las innumerables indirectas-directas que recibí por MSN de algunos contactos femeninos.
Una dormida memorable fue originada por mi adicción al Warcraft:
Noche de Enero, Viernes o Sábado, da igual. Yo jugando —o perdiendo— un partido de War3 en una pc del cyber. Entra la muchacha del local de computación vecino, Melisa. Veintipico de años, rubia, alta, de tetas inmensas y más fácil que las infantiles de Lisiados del Porvernir con suplentes y dos expulsados. Viene argumentando que “tiene que quedarse toda la noche sola en su local para cuidar a su perra en celo [cualquier analogía picaresca queda en manos del lector]” y por eso venía a invitar a alguien (y lo triste es que con “alguien” se refería a cualquiera) a ver una película con ella en su local.
Es el día de hoy que no puedo entender ese momento. A mi el destino me golpea la puerta y no atiendo porque me estoy afeitando… Sí, adivinaste, le dije que no… “Ahora no puedo, vengo perdiendo varios partidos y estoy re caliente”… Dios… Ante la negativa general la chica se fue, y en el preciso instante en que la puerta se cerró tras su enorme culo, golpeé mi frente con la palma de mi mano y exclamé “¡soy un boludo!”.
Como consuelo de tontos me queda que no fui el único que se durmió entonces ya que ella “necesitaba” a cualquiera y éramos varios en el cyber.
Por supuesto que a los pocos minutos ya había un auto en la puerta de la galería y un boludón entrando al local de Melissa, quien no tardó en invitarlo al cuartito de arriba.
C’est la vie. No me la vi venir, a veces pasa. No se, yo le pongo mis fichitas a la lineagera. Le veo futuro a la relación. Ella y yo podríamos pasar todo el día debatiendo sobre las más intrincadas cuestiones filosóficas.


Hadita Kawaii Nivel 8 dice:
que lvl sos?
Є.Δ.С. (Undying) dice:
cumplo 22 el 25 de junio


Para cerrar esta retrospectiva loser de mi vida paso a transcribir una anécdota que le envié por mail a una amiga. Es algo larga, pero léanla y déjense de joder. Cuando no escribo es porque no escribo. Cuando escribo es porque escribo. ¡¿Están todos con síndrome premenstrual o qué?!Hace alrededor de dos años, clase de Sociología, una materia por demás caótica. Teníamos cuatro profesores hippones que daban clase un día cada uno. Los métodos de evaluación eran trabajos prácticos. Los temas que veíamos eran todo menos específicos. Definitivamente aprobabas con más creatividad que lógica.
Esta chica se sentaba siempre adelante. El aula era grande y sobrepoblada y costaba un poco encontrarla entre tanta gente. Siempre participaba en clase. Era hermosa, de contextura delicada. Probablemente 18 años, aunque lucía 17. Pelo negro, largo y brillante. Siempre la asocié con Iori, la protagonista del manga I’s, y perdón por ese lapso nerd.
Respecto a mí, era mi primer año de CBC, en el 2003. Aún estaba algo nervioso. Tenía 20 años y atravesaba mi etapa más antisocial. En ese tiempo aún no tenía el cyber.
Siempre la veía de lejos y en clase nunca me animé a hablarle. Ni siquiera sabía su nombre, y a medida que pasaban las clases sentía que las oportunidades de presentarme se desvanecían (“pero como, ¿no me hablaste nunca y venís a saludarme ahora que pasaron dos meses?”). Siempre fui de hacer esa clase de especulaciones pesimistas, pero en esos meses era peor. El caso es que en todo el tiempo de cursada jamás le dije nada y al terminar con la materia creí que no volvería a verla.
Acompañando a mí naturaleza introvertida estaba mi incompetencia académica: me llevé a final las tres materias de ese cuatrimestre. El de Semiología me tenía preocupado. Tenía que darlo a las 9 AM en Ciudad Universitaria, lugar al que no había ido nunca y por eso me ponía nervioso.
Levantarse temprano siempre es un dolor de culo, pero esa madrugada la sensación era apocalíptica. El cielo estaba de un plateado gélido, iluminado por la luna llena brillante. Hacía un frío así como de cagarse. El tren iba hasta las bolas de gente; me sentí como una res siendo transportada al mercado central mientras pensaba “welcome to the real world”. Me bajé en la estación que creí correcta y seguí a la manada de jóvenes. Terminé en ese hermoso y gigantesco cuadrado de concreto y vidrio al que llaman Ciudad Universitaria. El lugar, aún siendo muy espacioso, tenía más personas por cm2 que un buffet gratarola en Etiopía. Puse en práctica una tecnica a la que llamo “people surfing®” —arte que perfeccionaría un año más tarde en las escaleras de Alternativa— y finalmente pude pelear mi camino hasta el segundo subsuelo, lugar donde rendiría el examen.
Me encontré en un salón viejo y del desprolijo, con pupitres soldados en línea en conjuntos de 5, agrupados a su vez en tres columnas. La luz del Sol comenzaba a asomarse por los tragaluces del cielo raso. Ahí, entre decenas de adolescentes preocupados la vi a ella. Sencillamente no lo podía creer. La misma piba de Sociología rindiendo la misma materia que yo en el mismo lugar inhóspito. No tenía idea que ella también cursaba Semiología.
Por supuesto me senté detrás de ella. Los dos estábamos en el asiento de la derecha en la columna del medio.
Llegaron las profesoras y presentaron los exámenes. Eran fáciles. Siempre tuve facilidad para los asuntos de letras y tan solo por vagancia no había aprobado los parciales.
Avanzada la hora y quizás influenciados por la alucinógena luz solar ella y yo comenzamos a hablar. Una preguntita de ella, luego una preguntita mía… Nos estábamos copiando, bah. Pero no mucho; básicamente para confirmar que lo que habíamos escrito estaba bien.
Ella terminó antes que yo, creo. No recuerdo como fue pero salimos a destiempo. No me la volví a cruzar ese día.
Tiempo más tarde, quizás una o dos semanas, volví a mi sede del CBC en San Isidro. Tenía que dar el final para Sociología. Los hippies de mis profesores al parecer habían consumido un caramelito de más y decidieron que el examen final sería oral y en grupal (suena a orgía pero no lo fue, lamentablemente). Me tocó dar con mi profesor “favorito” (era gracioso) y un par de pibas que no conocía y que parecían no tener mucha idea de lo que hablaban. En esa evaluación lucí más mi elocuencia que mis conocimientos reales, o sea, chamullé. Y me fue bien. Aprobé la materia con seis y me mandaron afuera del salón a hacer la cola para la firma de libretas. Ahí es donde me la crucé de vuelta. Estaba delante mío, igual que hacía unos días. Y una vez más me quedé callado, mirándola de lejos, teniéndola tan cerca.
Husmeando por sobre el hombro descubrí su nombre: Angela. Hermoso nombre potenciado por mi devoción cuasi mistérica por todo lo que tenga que ver con los ángeles. También vi que en la foto su color de pelo real era castaño claro. Le quedaba mucho mejor el negro.
Le firmaron y se fue. Me firmaron y me fui. Por alguna razón no pensaba en actuar. En mi inconsciente solo quería alejarme de ese lugar lo antes posible y regresar a mi tranquila mediocridad.
Me dirigí a la Sala de Profesores a echarle una ojeada a las actas y averiguar mis notas en Semiología y Sociedad y Estado (que había rendido también en esos días en Ciudad). En SyE me fue para el culo. Dirigí mi atención a la planilla con las notas de Semio. Allí la vi a Angela una vez más. Evidentemente estaba buscando su nota. De entre todas las cosas que podía decirle en ese momento elegí:

— ¿Sabés con cuanto se aprueba?
— Con cuatro —respondió sin levantar la vista de la planilla. En realidad, yo ya sabía la respuesta.
— Parece que me saqué un cinco…
— Entonces aprobaste.

Y tras eso devolvió las actas al escritorio y se fue. Ni siquiera recuerdo si nos saludamos.
Me pintó la nostalgia con esa última. Principalmente porque más que historia fue una no-historia. A casi nadie le interesará leer cómo me crucé un par de veces con la chica que tanto me gustaba y me quedé en el molde sin hacer ni querer hacer nada, pero por otro lado este blog no lo lee nadie nunca. Realmente no tenía nada que perder saludándola y sacándole charla; temas tenía de sobra. Probablemente hoy no dejaría pasar una oportunidad tan alevosa. Pero, then again, hoy no la tengo más. Ya no me la cruzo ni la veo de lejos. Tan solo me queda detenerme a imaginar “que hubiera sido sí”.
Bueno, parece que mi lineagera no va a volver. Y yo ya había preparado la webcam y la crema chantilli en aerosol. Ella se lo pierde.

Hasta pronto amiguitos. No se pierdan el próximo update, en el que describiré con lujo de detalles cómo me amputo las gónadas tras recibir las notas de los parciales. ¡Hablaré sobre mi epidídimo!

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