Sin darle mucha pelota a las quejas de mis clientes me puse mi campera negra y mi birrete de hoja de diario y comencé a acercarme a la puerta. Todos los domingos son iguales. Frecuentemente tengo pesadillas en las que pequeños demoños preadolescentes se abalanzan sobre mí y me arrojan monedas de hierro candente a los ojos al grito de “¡cargame 25 y pasame los saves del Nidfori (NFSU)!”.
Francamente nunca entendí la clase de diversión que puede darle a uno un juego como el Mu. Día tras día una veintena de púberes me piden que les pase el parche para el Mú Tailandia, que con su experiencia x200 te hace subir ocho niveles solo por apretar el botón menú. De poco sirve intentar descongelar las máquinas y ponerles el dichoso parche para que quede por defecto; cada dos semanas los pendejos migran hacia un nuevo server. Cambiarán el Tailandia por el nuevo y mejorado Mu Sri Lanka, con experiencia x800 que te hace subir once niveles por poner en hora el reloj de Windows.
Haciendo gala de mi absoluto desinterés por el trabajo que me da de comer fui surfeando entre la masa de gente hasta llegar al dorado picaporte que abre las puertas de una libertad parcial. En el camino no pude evitar ver a la vieja de la pc 2 esforzandose por mover el personaje del GTA 3 hacía otro lado que no sea la pared del callejón donde empezás.
En mi departamento la situación era desoladora. Perdido en un laberinto de oscuridad y gatos hambrientos pasé interminables minutos hasta encontrar la heladera. Estaba vacía. La cerré y volví a abrir varias veces para ver si cambiaba su contenido pero nada sucedió. Hay que esperar un par de días para que eso ocurra.
Me tomé la primer cosa con etiqueta colorida que tenía al alcance y huí a mi pequeño universo de soledad, narcisismo y páginas porno. Un cuadrado de neón azul cortó la penumbra y guió mis pasos hacia el escritorio.
— Me doy cuenta que parte de madurar implica reconocer que ya nadie vendrá a hacer nuestra cama y limpiar nuestra mugre. ¿Es esto la vida real?
Siempre me dio pena la idea de aniquilar el bioma de bolas de pelusa que existe bajo mi lecho. Podría ser acusado de cometer crimenes de lesa humanidad contra los millares de pequeñas alimañias subsistiendo allí abajo.
Una ventana peleó su camino entre los innumerables accesos directos de mi escritorio y no con poco esfuerzo se abrió ante mis ojos.
— Las mujeres son todas putas —tipeó mi primo desde su casa—. Es la última vez que voy a Requiem a encontrarme con un contacto de MSN.
— No a todas las mujeres les gusta ir directo a los papeles. Chatearon durante semanas, es cierto, pero eso no es garantía de que la muchacha quiera tener sexo de parados en un lugar público a los cinco minutos de conocerte en persona.
— Le dije que estaba apurado porque al día siguiente tenía un asedio en el Lineage.
— Que ingrata. No entiende la seriedad del asunto.
— Las darkies son todas iguales. Se piensan vampiresas envueltas en un hálito de erotismo misterio, y a fin de cuenta no son más que chetitas vestidas de negro. No entienden a un hombre sensible.
Y tras eso comenzó a enviarme una serie interminable de letras G y ocasionalmente H, lo que me hizo intuir que otra vez se había dormido sobre el teclado.
La contemplación fue interrumpida por un relampago de pelo marrón atigrado saltando sobre mi monitor.
— Hola Tony —saludé a mi gato.
— Cualquier palabra está de más —dijo el felino con cara seria—. Todo lo que hacemos y decimos es en vano. Los versos que escribimos se convertirán en polvo. Las casas que edificamos serán derrumbadas. ¡La peor tragedia nos acecha! El todo que se convierte en la nada. Todos dejaremos de ser, más tarde o más temprano. Todos nuestros sueños y anhelos son triviales. Nuestros amores y pasiones, engaños enemigos del pragmatismo. Vivir es morir. Y luego, el silencio. Cuando el telón cae los actores no vuelven a casa. No hay actores, no hay teatro, no hay casas. Solo engaños y silencios.
Dicho eso el animal saltó sobre mi cama y comenzó a lamer sus partes pudendas. Al parecer una vez más había confundido la gaseosa Tai con el Procenex lavanda. Calculé que las alucinaciones desaparecerían en media hora. De todos modos me apuré a fotografiar las paredes sangrantes.
Ya pasado el trance me decepcioné al ver las fotos. Lejos de manchones rojos en las paredes lo único que se veía era la habitual aparición de Daniel Hadad sobre mi cama.
El telefono sonó.
— ¡No te quiero más! —gritó una voz chillona—. Estoy harta de tus vueltas y complicaciones.
— ¿Por qué no podés ser docil como lo sos en el Sims 2? Ahí te portás bien y me haces de comer todos los días y una vez tuvimos sexo en un cambiador de ropa y de esa union surgió una hermosa niña que, quiso el destino, fue abducida por extraterrestres por abusar del telescopio para subir su barra de lógica. Dios bendiga a esa niña.
— No me vengas con tus excusas Rodrigo. Esto es definitivo.
— ¿Podrías al menos decirme qué hice mal para evitar cometer los mismos errores el día de mañana, cuando esté saliendo con Liv Tyler, que está mucho más buena que vos?
— Nunca te esforzaste en intentar comprender mis sentimientos. Sos frío, insensible, retraido y muy boludo. Recuerdo esa noche en la que te portaste como un nene caprichoso que no sabía lo que quería y jugaba con los sentimientos del otro.
— ¿Segura que fui yo? ¿Qué noche fue, aquella que me invitaste a la fiesta de freaks del anime donde delante mío te transaste a tu mejor amigo o aquella que me invitaste a bailar al boliche @ltern@ en la que delante mío te transaste a tu mejor amiga?
— ¿Ves como sos? No cambiás más. ¡Esto se acabó!
— ¿Ah sí? Como quieras, pero antes tengo una canción para vos. Y escuchala bien porque describe perfectamente esta situación.
Y ahí nomas me puse a cantarle Vindicated, pero mal porque me olvidaba la letra, así que fui a una página de lyrics y comencé a leerla de ahí. Cerca del final me di cuenta que no era esa la canción a la que me refería sino una de Savatage. Quise corregir mi error cantando la canción correcta pero para entonces ella ya había colgado hacía quince minutos.
Mi celular vibró con su versión remixada de Balada para un loco. En el LCD azul se leía:
“AKABO D LEER TU ULTIMO UPDATE. DOND T PUEDO VER ASI T PEGO?”
Mis lectores son pocos pero fieles y jamás dejan pasar la oportunidad de hacerme saber qué tan malos son mis textos y cómo me cagarían a palo si me cruzaran por la calle. Envidio su determinación.
Me fui a dormir con el pensamiento de “cuanta gente está viviendo la vida loca en este momento y yo aquí, intentando dormir, pensando cuanta gente está viviendo la vida loca en este momento”. Rapidamente caí en un sueño REM, pero duró poco, minutos tal vez. Con el cansacio acumulado de ayer abrí los ojos y era de mañana. Y esa misma noche también duró minutos, y la siguiente y la que vino después.
— Así será hasta que muera —reflexioné—, probablemente en pocos años, a manos de uno de mis clientes al que le gustaron mis zapatillas. El counterstrike les mejora la puntería.