Surge a veces una necesidad de comunicar porque sí. No
transmitir información, no generar un enunciado muy elaborado. Simplemente
abrir el Word y escribir. Dicen que siempre se escribe para un lector, y tal
vez sea el caso. Tal vez, en mi cabeza, hay una lectora imaginaria que tomará
por asalto mis archivos de texto, los leerá furtivamente y en el lapso de una
tarde me entregará su mente o su cuerpo. Todo lo que hacemos es, de alguna
manera, un acto sexual.
Es difícil y quizás hasta arrogante hablar de seguridad en
la vida de uno. O control, o felicidad. Uno a duras penas puede decir “tolero
la realidad en este preciso momento”. Y aun así, no tengo de qué quejarme.
Podría considerar la víspera como una meseta en mi vida. No preveo grandes
cambios. No de los bueno, por lo menos.
Y sin embargo, me siento bien.
Por ahí el problema sea pensar que necesariamente debería
haber un problema. Que uno se encuentra siempre en una especie de off-side y
que en cualquier momento oirá el silbato del réferi. En lo personal, trato de
no buscarle significación a cada pequeño acontecimiento. La vida es un caos
ordenado, sin blancos ni negros.
Hay planes, seguro. Hay sueños y deseos. Falta voluntad. Y
quizás no sea lo único que falte.
¿Y después de la novela qué?
Falta mucho para aquello que veo como primero y último. Una
especie de razón de ser. En su carácter de inexistente ocupa mis días y mis
noches, sin haber jamás pisado el papel (no de la forma que querría leer, al
menos). Veo el futuro, varios futuros. Me veo escribiendo y fracasando,
escribiendo y triunfando, escribiendo y escribiendo, no escribiendo. Veo solo
lo potencial, como si fuera uno de mis personajes. ¿Y lo real? Bien podría
estar atravesando el periodo más crítico de mi vida, y lo paso de largo.
Analizar el presente de un punto de vista condicional es
recaer de nuevo en el ausentismo que me deconstruye día a día. Soy un no-ser.
Soy un podría-ser.
Ni siquiera se me ofrece la certeza de la imposibilidad.
Todas las puertas están sin llave, y no abro ninguna por esperar la
manifestación espontánea de una llave maestra.